Un año ha pasado desde el primer concierto de Sinfonendo, un proyecto que nacía de una idea casi idílica, la de acercar la música a aquellos lugares donde no se suele escuchar, donde las personas esperan cualquier otra cosa, menos recibir una una sensación agradable.
La música forma parte de nuestras vidas desde el momento en que nacemos y nos acompaña a lo largo de la misma evocando sensaciones y despertando recuerdos que sólo una musa puede despertar y a cada momento se convierte en una grata compañía que refleja nuestros sueños y hace aflorar de nuevo la emoción del niño que se deja tocar en lo profundo del alma por algo tan puro e intangible como lo son las notas musicales.
Hemos querido acompañar cada semana a todas las personas que habitan los hospitales, esos aparentemente ingratos lugares que nadie desea visitar y que sin embargo, albergan muchas más sonrisas y sentimientos que las calles que son todo actividad e incansable ajetreo.
Al principio fue una sorpresa tomada, como algo que sólo sucede en ocasiones muy especiales. Pero ahora, tras un año de conciertos y solidaridad por parte de los alumnos que han vivido la experiencia, también de los profesores que participaron y de todos y cada uno de los que se han involucrado de alguna forma en esta idea, sentimos que cumplir años es importante y esperamos que sea la semilla de algo que perdure y haga crecer nuevas ilusiones en los jóvenes y en los mayores y que ayude a que afloren en nosotros los sentimientos positivos.
Un proyecto que cada vez se siente más arropado por todos vosotros y cuyo objetivo es ser una terapia y un acercamiento a la música desde otro punto de vista, el del corazón.